domingo, 17 de marzo de 2013

A partir de este mes empiezo a colaborar con el periódico digital El Europeo. 
Aqui os dejo mi primera entrada:


EL RETO DE VISIBILIZAR LA TAREA DE CUIDADOS
Las mujeres y su trabajo funcionan como un elemento organizador del sistema económico, por lo que hay que tener en cuenta las relaciones entre ellas para poder comprender la estructura socioeconómica
Dentro de esta crisis sistémica, a veces olvidamos que no solo se trata de una crisis económica, sino que incluye muchas dimensiones, de las que, aunque no tengamos noticia  en los medios de comunicación convencionales, están ahí y tenemos que buscar soluciones y alternativas.
La crisis de los cuidados, implica la desestabilización del modelo previo de reparto de las responsabilidades del cuidado y del trabajo doméstico, y es una dimensión más de esta crisis profunda.
Así, recientemente  aparecía en varios medios de comunicación, una noticia donde se informaba que más de 17 millones de mujeres de un total de 52 millones en todo el mundo, no trabajan bajo un marco legal que las proteja. Ni vacaciones, ni permiso de maternidad y sin ningún tipo cotización a la seguridad social que garantice una prestación por desempleo, derecho a la salud o una pensión.
En España según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), esta cifra llegó a ser de  747.000 en 2010. En el sector de los cuidados más del  90% son mujeres, sobre todo  inmigrantes procedentes de América Latina. Es una situación parecida a la de países como Francia, Italia o Reino Unido, pero muy diferente a la de otros países europeos, como Dinamarca, Finlandia o Noruega, donde el número de empleadas del hogar es muy bajo porque tienen un estado de bienestar fuerte, donde los servicios públicos prestan especial atención a  la tarea de conciliación y a la corresponsabilidad y cuentan con infraestructuras y mecanismos de cuidados, de atención a los niños y las personas mayores. 

Por otro lado, durante estos años, este trabajo precario, sin derechos y oculto ha fortalecido unas redes de mujeres que en muchos casos caen en neo-servilismos donde son estas mujeres europeas las que traspasan las tareas de cuidados a las mujeres inmigrantes. Una situación donde los roles de poder entre mujeres incrementan no solo las desigualdades de género sino también  una desigualdad económica, de clase y racial.
El control y legalización que ahora se proponen desde los gobiernos europeos, del trabajo doméstico y de cuidados son cuestiones difíciles  de resolver. No solo porque se trata de una actividad que se realiza en un ámbito privado,  sino que durante mucho tiempo se ha creído que este trabajo no tenía ningún valor. Por el contrario, desde la economía feminista, se afirma que el trabajo doméstico y de cuidados es fundamental para la calidad de vida de una sociedad. Para lograr una vida más plena, las necesidades que se cubren en el hogar han de estar satisfechas. Si no valoramos nosotras mismas ese trabajo, va a ser difícil que el mercado lo valore. Que salga a la luz este trabajo es imprescindible.
Estos mecanismos de regulación del trabajo doméstico, se plantean para tratar de resolver solo una parte del problema, la mejora de las condiciones de vida de las mujeres que trabajan en este sector. Sin embargo, también pueden suponer la oportunidad para, por un lado, visibilizar y cuantificar monetariamente este mercado, pero también para hacer una crítica al sistema capitalista imperante  donde se priman los mecanismos de acumulación frente a un modelo que vele por el bienestar de la ciudadanía. La propuesta es un modelo nuevo donde los cuidados, los afectos y las interdependencias sean lo primero, donde los varones asuman sus responsabilidades al igual que el Estado y que las empresas. En palabras de Dalla Costa, “El concepto de bienestar no es suficiente. La reivindicación es ahora la felicidad”

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