Aqui os dejo mi primera entrada:
EL RETO DE VISIBILIZAR LA TAREA DE CUIDADOS
Las mujeres y su trabajo funcionan como un elemento
organizador del sistema económico, por lo que hay que tener en cuenta las
relaciones entre ellas para poder comprender la estructura socioeconómica
Dentro de esta crisis sistémica, a veces olvidamos que no
solo se trata de una crisis económica, sino que incluye muchas dimensiones, de
las que, aunque no tengamos noticia en
los medios de comunicación convencionales, están ahí y tenemos que buscar soluciones
y alternativas.
La crisis de los
cuidados, implica la desestabilización del modelo previo de reparto de las
responsabilidades del cuidado y del trabajo
doméstico, y es una dimensión más de esta crisis profunda.
Así, recientemente aparecía
en
varios medios de comunicación, una noticia donde se informaba que más de 17
millones de mujeres de un total de 52 millones en todo el mundo, no trabajan
bajo un marco legal que las proteja. Ni vacaciones, ni permiso de maternidad y
sin ningún tipo cotización a la seguridad social que garantice una prestación
por desempleo, derecho a la salud o una pensión.
En España según la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
esta cifra llegó a ser de 747.000 en
2010. En el sector de los cuidados más del
90% son mujeres, sobre todo inmigrantes procedentes de América Latina. Es
una situación parecida a la de países como Francia, Italia o Reino Unido, pero
muy diferente a la de otros países europeos, como Dinamarca, Finlandia o
Noruega, donde el número de empleadas del hogar es muy bajo porque tienen un estado
de bienestar fuerte, donde los servicios públicos prestan especial atención a la tarea de conciliación y a la
corresponsabilidad y cuentan con infraestructuras y mecanismos de cuidados, de
atención a los niños y las personas mayores.
Por otro lado,
durante estos años, este trabajo precario, sin derechos y oculto ha fortalecido
unas redes de mujeres que en muchos casos caen en neo-servilismos donde son
estas mujeres europeas las que traspasan las tareas de cuidados a las mujeres
inmigrantes. Una situación donde los roles de poder entre mujeres incrementan
no solo las desigualdades de género sino también una desigualdad económica, de clase y racial.
El control y
legalización que ahora se proponen desde los gobiernos europeos, del trabajo
doméstico y de cuidados son cuestiones difíciles de resolver. No solo porque se trata de una
actividad que se realiza en un ámbito privado, sino que durante mucho tiempo se ha creído que
este trabajo no tenía ningún valor. Por el contrario, desde la economía feminista, se afirma que el
trabajo doméstico y de cuidados es fundamental para la calidad de vida de una
sociedad. Para lograr una vida más plena, las necesidades que se cubren en el
hogar han de estar satisfechas. Si no valoramos nosotras mismas ese trabajo, va
a ser difícil que el mercado lo valore. Que salga a la luz este trabajo es imprescindible.
Estos
mecanismos de regulación del trabajo doméstico, se plantean para tratar de
resolver solo una parte del problema, la mejora de las condiciones de vida de
las mujeres que trabajan en este sector. Sin embargo, también pueden suponer la
oportunidad para, por un lado, visibilizar y cuantificar monetariamente este
mercado, pero también para hacer una crítica al sistema capitalista imperante donde se priman los mecanismos de acumulación
frente a un modelo que vele por el bienestar de la ciudadanía. La propuesta es
un modelo nuevo donde los cuidados, los afectos y las interdependencias sean lo
primero, donde los varones asuman sus responsabilidades al igual que el Estado
y que las empresas. En palabras de Dalla Costa, “El concepto de bienestar no es
suficiente. La reivindicación es ahora la felicidad”
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