Aunque ahora esté afiliada a CCOO y en durante varios años he estado en IU
una parte de mí, casi desde la adolescencia es libertaria y feminista. Vivo las
relaciones así, y vivo el amor así. Como estas dos corrientes de pensamiento hablan que hay que hacerlo, Y creo que es de las cosa que más me gustan
de mí, porque es de las cosas que más felices me hacen.
Que sea libertaria o que crea en el amor libre, siempre con normas establecidas
con las que amar, no me ha hecho nunca cuestionarme el sentido de la pareja.
Kropotkin afirmaba sobre la ayuda mutua, que "Se ha creado sobre la
conciencia —aunque sea instintiva— de la solidaridad humana y de la dependencia
recíproca de los hombres (y de las mujeres). Se ha creado sobre el
reconocimiento inconsciente o semiconsciente de la fuerza que la práctica común
de dependencia estrecha de la felicidad de cada individuo de la felicidad de
todos, y sobre los sentimientos de justicia o de equidad, que obligan al
individuo a considerar los derechos de cada uno de los otros como iguales a sus
propios derechos.
Pues bien,
poniendo esto en marcha, la pareja, en mi caso heterosexual, es la unidad
mínima de apoyo mutuo, es la unidad mínima de felicidad que un individuo puede
conseguir. Poniendo a su vez los cuidados en el centro, como bien dice la economía
feminista, la cosa en principio marcha. Y puede marchar muy bien.
Sin embargo, ahora, en este momento
de mi vida, me encuentro en un estado de cuestionamiento de todo esto. Durante
unos ocho meses de mi vida, yo he construido una unidad mínima de apoyo, o eso
creía yo, con un tipo estupendo, trabajador, guapo, honesto y un maravilloso
compañero. Nada baladí en los tiempos que corren, el tipo no se declaraba
feminista, pero capaz que lo era. Eso sí, ligón y chulo también un rato. Un
tipo de izquierda de los de antes, de militancia, de conciencia de clase y
lucha, de defender al igual,
de pelear por un mundo mejor y más justo.
Pues bien, este tipo, por mucho que
nos hemos querido, compartido, y creo que amado algunos ratos, hemos discutido poco…
No ha habido conflicto, y a mí esto aunque raro, me acabó pareciendo cómodo. Yo
tal vez buscaba el enfrentamiento, con cosas tontas como cuestionarse la cuota de
la televisión por cable, o cosas algo más interesantes como la maternidad o la
austeridad como sentido de vida. La cosa, es que el tipo o no escuchaba o se
hacia el sueco, o pasaba de discutir con una loca del coño como yo…
Debía pasar algo que acabó
explotando, (aun no tengo muy claro por qué ni qué) y el tipo me dejó plantada
un jueves santo. De nuevo no hubo conflicto. Él tomó la decisión unilateral de
no llamar más.
Aquí es cuando yo me empiezo a
cuestionar todo el tema del conflicto. Si no había conflicto antes, menos lo va
a haber ahora. Yo que vengo de la izquierda militante, que soy feminista, sé
que solo con conflicto, se resuelven las cosas. Sólo en el conflicto permanente
la cosas mejoran, las cosas cambian…Sólo peleando por lo que deseas se logra un
consenso. Sólo así se construye ayuda mutua, sólo así se construyen compañeros
y sólo así se puede construir una relación sólida y del amor en el que yo creo. El amor en el yo militito y en cómo amo.
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